martes, 12 de enero de 2010

La Escuela Digital

La irrupción de ordenadores en las aulas permite a los maestros trabajar con más agilidad los contenidos educativos desde internet, utilizando programas diseñados para la escuela. En un futuro no muy lejano, un ligero portátil en una liviana maleta puede dejar obsoleta la pesada mochila escolar con los tradicionales libros de texto.





Durante la apertura de este curso escolar, en una pequeña ciudad industrial, una pedagoga se dirige a padres y enseñantes, desafiante. Explica que, mientras hablaba el alcalde, ha tomado unas fotos con su móvil, las ha colgado en su blog, donde ha descrito la naturaleza del acto, invitando a participar a cualquier persona desde cualquier punto del planeta. Y añade que los maestros que en un futuro inmediato no sepan hacer algo así se sentirán desplazados, no tan sólo de un mundo que camina muy deprisa, sino sobre todo de unas generaciones de niños y jóvenes que han nacido incrustados en las nuevas tecnologías.

El presidente Zapatero aprovechó el debate del estado de la nación, el pasado 12 de mayo, para anunciar un plan consistente en equipar las aulas con una pizarra digital, además de proporcionar un ordenador personal a cada alumno, a partir de quinto de primaria, el primer año, hasta alcanzar todos los cursos de ­secundaria.

Gesto precipitado o reto audaz
Será un proceso gradual que no arrancará sobre una realidad fácil. Unos hablan de gesto precipitado; otros, de reto audaz. Por un lado, las escuelas no están preparadas, la gran mayoría de los profesores tampoco, y existen pocos contenidos digitales para trabajar en clase. Por otro lado, el tren de la nueva escuela digital no tiene marcha atrás.
Al libro de texto puede que le quede aún un largo recorrido, pero hay colegios, casi en todas las comunidades autónomas, que se han lanzado de cabeza al agua y experimentan con las nuevas tecnologías sin complejos y con resultados muy alentadores. Son casos excepcionales, pero marcan una hoja de ruta que, más temprano que tarde, tendrán que seguir los centros educativos que quieran poner el reloj en hora.

La directora general, Miriam Zuazola, y el director pedagógico, Joseba Bilbao, de la Bihotz Gaztea Ikastola de Santurtzi recuerdan que desde que llegó el primer ordenador, hace más de quince años, hasta los carritos con los que desplazan los actuales portátiles de una aula a otra, el cuerpo de profesores ha desempeñado un esfuerzo de preparación continuado y constante. En estos momentos, utilizan contenidos digitales casi en todas las asignaturas, aunque el clásico libro de texto sigue formando parte de una necesaria transición, donde el flamante ordenador comparte rol con el lápiz y papel de siempre.

El llamado proyecto Ikasys, disponible a través de red, alberga los contenidos que se trabajan en clase y abarca asignaturas como euskera, castellano, inglés, matemáticas y conocimiento del medio. Cada materia contiene unos 45.000 ejercicios. Una vez efectuados, el alumno puede realizar su autocorrección, pero si antes intenta copiar el resultado en la pantalla del vecino, verá que allí aparece otro ejercicio, porque el programa los distribuye de forma aleatoria en cada terminal.

No obstante, que la escuela esté inmersa en las nuevas tecnologías no implica que los alumnos se pasen todas las horas del día frente al ordenador. Utilizan la pantalla personal, como mínimo, durante una clase al día, en una de las asignaturas mencionadas, de tal modo que al cabo de la semana las ven todas. En estos momentos ya se ha elaborado un estudio sobre la aplicación de los nuevos instrumentos durante el pasado curso. Los resultados constatan que aumenta el rendimiento escolar en todos los ámbitos, además de que, así, se contribuye a una mayor motivación y al desarrollo de la autonomía del alumno.


La Bihotz Gaztea Ikastola
Cerca de Bilbao, la Bihotz Gaztea Ikastola, que significa "corazón joven" en euskera, es un centro concertado de larga trayectoria. Tiene 620 alumnos, de hasta dieciséis años. Esta es una ikastola piloto de las diez que se dedican a implantar las nuevas tecnologías en Euskadi. El alumnado balbucea en ellas comenzando por lo básico, es decir, aprendiendo el dominio de programas como el Word y los cuatro primeros pasos para navegar por internet. El primer soporte didáctico que la confederación de ikastolas suministró en el 2002 fueron unos CD-rom interactivos que se siguen empleando.






Coherencia pedagógica
La Bihotz Gaztea Ikastola está ubicada en la industriosa margen izquierda de la ría de Bilbao, pero solamente alberga un 1% de alumnos inmigrantes. En general, los escolares pertenecen a familias de clase media. Los precios de matrícula, unos 60 euros mensuales, y lo que pagan por material escolar, entre 60 y 150 euros por curso, no son nada excesivos. El profesorado se mantiene estable casi al cien por cien, hecho que ayuda a la consolidación del proyecto tecnológico y educativo.

Los maestros son los primeros en no olvidar que las nuevas tecnologías son un medio que va implantándose poco a poco y que no se trata de revolucionar la pedagogía sino de implantar la idea de una educación integral con criterios coherentes. Por ejemplo, es necesario enseñar a escribir bien, situando la moda telegráfica de estampar mensajes de móvil donde debe estar, del mismo modo que las calculadoras quizás ayudaron a simplificar el cálculo mental, pero nunca sustituyeron a la lógica matemática.

Bien distinto es el contexto social en el que trabaja José Vicente Sousa, director del colegio Comunitat Valenciana, enclavado en el barrio de La Parreta de la capital del Turia, una zona lindante con las zonas de Campanar, Benicalap y Tendetes habitadas por trabajadores inmigrantes. Aunque hace diez años que disponen de aula de informática, el 2005 fue el año del bautismo tecnológico. La iniciativa, como en todos los casos relatados aquí, parte de la asamblea de padres y del claustro de profesores. La conselleria tan sólo proporcionó, hace dos años, una pizarra digital a cada centro, pero se da el caso de que la mayoría de ellos aún no puede utilizarla por la escasa potencia de conexión a internet. El colegio Comunitat Valenciana ha equipado todas las aulas con pizarra digital por su cuenta.




El Col·legi Comunitat Valenciana de la capital del Turia reúne a 220 alumnos de tres a doce años, de los que la mitad son inmigrantes. Es una escuela pionera en el uso de la pizarra digital. No hay más de una docena con esta orientación en toda la comunidad. Las pizarras, una patente canadiense, vienen equipadas con software propio, a partir del cual los maestros pueden ir creando sus propias programaciones. Con el tiempo, además, se acrecienta la comunicación entre padres, alumnos y claustro. Hace cuatro años, sólo ocho familias de alumnos tenían correo electrónico. Ahora lo disfruta un 40% de ellos.




La nueva pizarra es la pepona
Sousa, además de director, es el profesor de Música, y lo que consigue con su ordenador de mesa y la pizarra digital, para los alumnos, casi es magia. La pizarra, de hecho, es una superficie sobre la que se proyecta la imagen de pantalla y en la que se pueden abrir y cerrar ventanas informáticas de modo táctil, además de escribir sobre ella con el lápiz digital. Por esta razón los escolares, durante la clase de música, observan una pizarra que habla, canta y dibuja ante sus propias narices. Es tal la familiaridad que ellos mismos la han motejado con el apodo la Pepona.

Así, cualquiera puede comprobar cómo con juegos y animaciones el maestro inculca el sentido de entonación o guía el seguimiento de la pulsación rítmica, como ocurre con la Sinfonia del adiós de Haydn, en la que además un vínculo remite a la biografía del compositor. El profesorado que está en primera línea respecto al dominio de pizarras y ordenadores lo ha conseguido a base de esfuerzo personal. Los más atrevidos son requeridos para la formación de sus compañeros.

Así, José Vicente Sousa, al margen de sus tareas de director, imparte cursos al resto de los profesores valencianos interesados. En sus clases establece cinco niveles de dominio de la pizarra digital. El primero consiste en escribir y borrar. Nada más. En el segundo nivel, puesto que el lienzo electrónico permite dibujar o escribir tantas páginas de pizarra como uno quiera, enseña a guardarlas, volver a abrirlas y las operaciones de cerrar, cortar, pegar, etcétera. En el tercer nivel se explora la utilización de recursos multimedia, desde un DVD a imágenes fijas con música. El cuarto nivel supone la navegación por internet, a partir de la pizarra, con todo lo que supone de uso de webs, blogs y materiales on line. Finalmente, en el quinto y último nivel, el profesor aprende a crear sus propios contenidos, tanto a medida de las necesidades propias como de las de los alumnos.

La Conselleria d’Educació valenciana ha decidido no repartir ordenadores durante este curso aduciendo que los profesores no están formados, que faltan enchufes en las aulas y que el uso de pantallas pequeñas provocaría miopía en los alumnos. Mientras en una gran parte de la comunidad educativa reina la sensación de que se está perdiendo una buena oportunidad, José Vicente Sousa sigue concentrando sus esfuerzos en la consolidación de la pizarra digital y constata que la rapidez que se experimenta en el aprendizaje es incuestionable. El efecto se notará especialmente de aquí a dos años, durante el salto de los estudiantes hacia el instituto.

Esfuerzo de maestros y padres
Una opinión no muy distinta albergan Josep Maria Esteve i Robert Muñoz, director y responsable pedagógico de secundaria, respectivamente, de la escuela pública Jacint Verdaguer, de Sant Sadurní d’Anoia (Barcelona). Allí, también, el esfuerzo de informatización ha sido obra de maestros y padres.

Enseñar, según dicta la actual experiencia, conlleva tener que reciclarse al menos cada dos años, porque los cambios son permanentes. Es el propio alumno quien exige a los profesores una puesta al día, casi constante. El claustro, hasta hace dos cursos, pudo mantener una envidiable estabilidad, a pesar de estar sometido a los inevitables concursos de plaza anuales, pero en los últimos años la plantilla ha cambiado en un 40%. Si los recién llegados no saben dónde se meten, no tienen más remedio que adaptarse al sistema de educación informatizada. Además, los profesores tienen que asumir con naturalidad algo que no les había sucedido con anterioridad: tratándose del manejo de las nuevas tecnologías y de internet, algunos alumnos dominan aspectos que ellos pueden desconocer.

La figura de la persona que explica una única lección a todos, ciertamente, está cambiando. Con el ordenador personal, el maestro puede ejercer de guía, casi particular, de cada uno de los niños, aunque antes habrá trabajado más que nunca para prepararse la clase. La escuela digital requiere cambios mentales radicales. En el centro de Sant Sadurní d’Anoia, el libro de ha ido desapareciendo de las mesas de trabajo. Los que aún quedan son, sobre todo, para hacer ejercicios. Esteve y Muñoz afirman, por haberlo experimentado en clase, que el ordenador personal es el libro mejorado.








La escuela pública Jacint Verdaguer de Sant Sadurní d’Anoia, en Barcelona, se ha convertido en todo un ejemplo para la comunidad educativa. La Administración catalana les utiliza de escaparate cuando quiere exhibir el ejemplo de una experiencia puntera. Los escarceos con las técnicas informáticas se remontan a quince años atrás, pero se puede hablar de un proyecto consolidado desde el curso 2003-2004. Se trata de un centro portentoso, con 750 alumnos, entre primaria y secundaria, y 55 profesores, que cuenta con 600 ordenadores y 30 pizarras digitales.



Separar el grano de la paja
Conectados a internet y usando además una red propia (una intranet), desarrollan su programa educativo, que cuenta con un prolijo fondo de contenidos elaborados por los propios maestros. Por si fuera poco, estos contenidos los han puesto a disposición de toda la comunidad educativa, generosamente, a un clic de ratón.

En la otra cara de la moneda, cuando se penetra en internet, esta ventana abierta al conocimiento, es fácil enredarse en los procedimientos. ¿Cuántas veces al buscar en Google un tema concreto surgen un sinfín de enlaces colaterales que hacen olvidar la consulta originaria? Una regla de oro consiste, pues, en enseñar a separar el grano de la paja.

Claro que los avances también invitan a la ciencia ficción. Puestos a imaginar futuros quizá no tan lejanos, ni utópicos, en algunos foros y blogs, algún maestro incluso opina que la caligrafía pueda perderse en el camino, y que no hay que temer por ello, porque la escritura a máquina es más limpia y ordenada. Respecto a ello, el director de escuela Jacint Verdaguer lo tiene claro: lo importante no es el medio con el que uno se expresa sino aquello que se quiere transmitir.

De hecho, la escritura es un invento reciente, de hace apenas 5.000 años, y no debe sacralizarse. Puede desaparecer la escritura a mano, pero también puede desaparecer el teclado del ordenador, cuando se impongan los que reconocen la voz para transformarla en texto. Y no conviene olvidar que ya existen la imagen y el sonido, que son medios de representación más verídicos de la realidad. No obstante, el proceso de abstracción de la composición ortográfica y sintáctica, mientras se escribe, es un perfecto pastor para el rebaño cerebral siempre dispuesto a la dispersión.

Los niños de tres años, tanto en este centro de la comarca catalana vinícola del Penedès como en el de Santurtzi, son lanzados sin tregua al tecleo del miniordenador. Con su dedito, más sensible que el de cualquier adulto, pasean la flechita por la pantalla de LCD, buscando colores, formas, personajes de cuento y quizá algunas letras del alfabeto que les indica la maestra. Josep Esteve, orgulloso de capitanear un proyecto como el de Sant Sadurní, al tratarse de un centro público, exhibe el palmarés que les ha convertido en una escuela faro, especialmente en Cataluña, pero también en España y Europa. Hasta el momento, han recibido unas 500 visitas de escuelas, interesándose por su trayectoria, también grupos de padres y profesores, además de periodistas de los principales medios de comunicación, que acuden al centro entre dos y tres veces por año.

El director, por si fuera poco, es requerido para impartir conferencias y seminarios, aunque como buen profesional donde disfruta más es durante las cuatro horas semanales de clases que se ha reservado. La proeza de alzar una estructura tan completa como la que disfruta esta escuela se debe al esfuerzo económico de los padres, que en los inicios sufragaron el 80% de la inversión.




La escuela Pablo de Olavide de Prado del Rey, en Cádiz, tan sólo alberga a unos 250 alumnos, de primero a sexto de primaria. La necesidad de informatizar la enseñanza empieza a cristalizar hace unos ocho años. Así, muy pronto aparece la necesidad de los contenidos, al tiempo que se ponen en marcha los cursos de formación del profesorado. La docena y media de docentes que integran el claustro, de una edad mediana en torno a los 38 años, siempre ha demostrado ganas de estar al día.




Plan piloto de la generalitat
Ahora se destina también a los gastos informáticos el importe de los premios obtenidos, por la excelencia de su proyecto global, y una pequeña subvención del Departament d’Educació de la Generalitat de Cataluña. Precisamente, el departament desarrolla un plan piloto que arrancó a inicios de curso y al que se sumaron doscientos centros, el 80% de los cuales son públicos. En primer lugar, se organizaron cursos continuos de adaptación para el profesorado que, en un alto porcentaje, se siente indefenso ante las nuevas tecnologías. Además, funciona un servicio de asistencia telefónica ya que, a menudo, las inconveniencias informáticas conviene resolverlas en un preciso instante.

En Cataluña, este año, casi treinta mil alumnos dispondrán de ordenador personal, por el cual las familias han pagado 150 euros, correspondientes a la mitad de su importe. La Generalitat sufraga el coste de las licencias editoriales, que se calcula por el número de alumnos.
Entre las escuelas pioneras, finalmente, descuella el centro Pablo de Olavide de Prado del Rey, situado en la ruta de los pueblos blancos de la sierra de Cádiz. Benito García Peinado, coordinador de las llamadas TIC (tecnologías de la información y la comunicación), ha mimado un largo proceso que arrancó, como en los otros casos, hace ocho años. Arrancaron tan sólo con los veinte ordenadores del aula de informática, pero pronto maestros y padres se dieron cuenta de que no se trataba de enseñar informática sin más, sino de usarla para el aprendizaje de las demás asignaturas.

Mientras esperan los ordenadores para todos que, según parece, llegarán con el año nuevo, la veintena de escuelas andaluzas enfrascadas en las nuevas tecnologías ha coordinado esfuerzos. García Peinado, además de participar en la elaboración de la llamada mochila digital que promueve la Junta de Andalucía, en la que los contenidos se suministran en un lápiz de memoria, es el responsable de la red propia de contenidos del centro Pablo de Olavide.

Desde que se utilizan estos recursos, el alumno avanza palpablemente tanto en la adquisición de conocimiento y experimentación como en su desarrollo global. Prueba de ello es que la escuela no registra absentismo, y se da el caso, incluso, de que, estando enfrascados en revisar un vídeo de su blog, algunos prefieren acabar su trabajo antes que el recreo. Además, los profesores constatan que los medios digitales ayudan a limar los problemas de conducta entre los escolares.

El blog es la carpeta de antes
El libro de texto y el cuaderno conviven, y convivirán durante un buen tiempo, con las nuevas tecnologías, pero el alumno crea ya su blog digital. García Peinado compara este espacio personal con el de la antigua carpeta en la que cada uno llevaba las pegatinas de sus ídolos musicales. Ahora, en lugar de aquellas pegatinas, chicos y chicas decoran las portadas de sus blogs con fotos o vídeos y ello no es motivo de obstáculo por parte del profesorado.

Durante la transición hacia la escuela digital, el paisaje educativo presentará notables claroscuros. Entre el profesorado, corre de boca en boca un diagnóstico tópico: somos maestros del siglo XX que, con medios del siglo XIX, formamos alumnos del siglo XXI. Sólo la obstinación de todos ellos, a partir de los buenos ejemplos de estas escuelas pioneras, situará el carro de la educación en la senda de la nueva realidad tecnológica.

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